¿EL PERFECCIONISMO NO TE DEJA AVANZAR?
El perfeccionismo en diseño es una habilidad que puede ser un valor, pero en la vida diaria, a veces cobra caro la factura. Esta es mi experiencia:
1. Cuando el perfeccionismo detona estrés
Nadie me dijo que a medida que pasaran los años me acostumbraría a convivir con el estrés que genera la ansiedad de querer lograrlo todo bien y pronto.
No hay nada de malo en querer hacer las cosas bien, es una cualidad y personalidad la forma en que solucionamos las cosas. La falla está cuando dejamos que nos controle.
Usualmente esos estados de perfeccionismo esconden muchas cosas más.
El perfeccionismo no nos deja sentirnos satisfechas si nuestras expectativas son muy altas con nosotras mismas ( o con los demás).
Si las cosas no suceden como la idea que teníamos en mente, nos angustiamos y estresamos por no obtener exactamente lo que queremos; es saludable y positivo querer hacer las cosas cada vez mejor, pero no a costa de salud y a como de lugar.
2. Cuando tu peor enemiga eres tú
Nunca nadie me ha exigido nada, yo cargué simbólica y literalmente muchas cosas como peso extra.
- Los objetivos y expectativas se vuelven como una molesta llamada de banco a las 8:00 am de la mañana ofreciéndote una tarjeta de crédito - asechan constantemente como nuestras exigencias diarias:
¿Qué has logrado hasta hoy?
¿Es suficiente?
¿Segura que querías eso y no otra cosa?
¿Es mucho esfuerzo para obtener tan poco?
¿Qué sentido tiene lo que hago?
¿Puede quedar mejor?
A veces soy mi peor jefe.
El nivel de exigencia se convierte en tu peor enemigo cuando no lo sabes callar.
Las personas perfeccionistas batallan mucho por que si bien muchas veces es una habilidad terminar algo muy bien, (Según nuestras expectativas de que es bien) frecuentemente parecería que mucho de lo que hacemos no es suficiente.
Dejamos de ver el valor de lo que hemos construido, olvidamos reconocerlo, observarlo y disfrutarlo.
3. Cuando emprendes algo y te frustras por no tener resultados
Nunca me sentí atraída a las personas que dejan todo a la mitad, siempre lo he relacionado con falta de compromiso y calidad.
Cuando las cosas dependen de ti, usualmente el viento debería soplar a tu favor
Y ¿si no sopla?
Y ¿si hay factores externos que no se alinearon a ti?:
No fue perfecto y estarás a punto de estallar en frustración.
Los perfeccionistas son muy sensibles a esto y es más difícil aceptar lo que no está en su control.
Sobre todo cuando tus valores y métodos de hacer las cosas es distinta a los demás.
Quieres ver resultados, quieres ver dedicación, quieres ver ganas, no quieres cosas a medias.
Quiero, quiero.
4. Una dosis de perfeccionismo controlado
Desde muy temprana edad tenía que demostrar que podía con todo, esa fue mi realidad.
Seguramente quería atención y era el método para ser vista. No, hoy no hablaremos de traumas infantiles - y siendo honesta, levante la mano ¿Quién no los tiene en menor o mayor grado?
En la vida profesional, la constancia, calidad y responsabilidad es un valor agregado.
El deseo de hacer las cosas cada vez mejor pone a prueba nuestra perspectiva, nos volvemos mejores y agrega crecimiento a nuestra aventura.
Pero para bien o para mal los hábitos y conductas aprendidas desde pequeñas nos acompañan.
En mi caso algunos de los procesos que desarrollé para ver las cosas se volvieron mi salvavidas de supervivencia en la vida cotidiana.
Algunas defensas que repetí me permitieron volverme muy independiente y aventarme. Con otras me aventé esperando la perfección y me fui directamente de boca, frustrada y enojada.
Entendí ( y lo sigo haciendo ) que lo que verdaderamente hace sentido al momento de esforzarte con muchas ganas y dedicación, más que el resultado final, es la sensación estimulante de deseo y libertad; eso no es perfecto, es mágico y se necesita calma para llevarlo a cabo.
Estar abierta a empezar una y otra vez nos conecta con nuestra capacidad interna, nos cuestiona.
El perfeccionista se frustra y se castiga, el optimista, aprende y crece (y llora un poco o mucho en el trayecto)
Esto me llevó a descubrir el siguiente punto:
4. La independencia como mujer se volvió un tema importante (terror)
Después de analizar un tiempo qué tipo de mujer quería ser, la independencia se volvió un tema muy importante (Y lo sigue siendo sin ser una enredadera feminista).
Desde mi opinión y en mi contexto me importa mi espacio. Sentir que logro, sentir que puedo, que encuentro satisfacción en mi desarrollo, en lo que hago y no quiera convertir en un sufrimiento renunciar o transformarme cuando es necesario, fue una etapa difícil de entender.
Sobre todo cuando sale a la luz el perfeccionismo que quiere controlar todo, el que quiere que nada toque la libertad y la independencia que tanto trabajo ha costado y se ve frágilmente amenazado cuando las cosas no salen bien y se dirigen al precipicio de la frustración.
No podemos estar atadas a la perfección, pero sí podemos reconocer el deseo de hacer nuestra vida cada vez mejor:
Por el deseo profundo DE SER y confiar en ti misma. Posiblemente por que al voltearte a ver, al sentir tus capacidades, al echarte un clavado a tu interior sin seguir las expectativas de nadie, te liberas venciendo una resistencia a la vez; descubriendo que no eras esa mujer que pensabas, eres otra.
Es ahí, cuando despliegas tus alas con todas tus fuerzas, sin miedo a reconocer la mujer que quieres ser.
La misma que talla una mancha en la ropa, la misma que tiene su espacio y derecho para desarrollarse, la que puede disfrutar y recibir un rol sin perderse, la que abraza la responsabilidad pero también sabe decir no.
La que ve un momento perfecto sentada en una pequeña banca, la que a veces quiere botar todo y salir corriendo.
La que sabe crecer y retomar caminos, la que busca relaciones que nutran el alma y el pensamiento, la que se inspira diariamente por el amor, la que a veces se pierde en si misma para encontrarse y poder volver a ver más, la que no se intimida por miedo a comenzar; la que le gusta ser económica e intelectualmente activa re inventando sus deseos y quehaceres día con día.
La que a veces tiene un caos al rededor y encuentra la perfección si puede generar experiencias a través de sus más profundos deseos.
5. Lo importante es, qué esperas tú de ti (y aunque es imposible decir que no esperes algo de los demás por que la expectativa nos hace hacerlo, trata de no hacerlo)
Trabajo, negocios, proyectos, pueden ser pasajeros. Pero los sueños construyen, nos prueban y la forma en la que nos empeñamos para lograrlos nos ayuda a conocer más de nosotras.
Eres única. No eres la vecina, ni tu amiga, eres tú. Habrá éxito y fracasos.
Pero si nunca ponemos un pie fuera del confort y refugio cómodo para que algo o alguien nos resuelva la vida sin cuestionarnos nada de lo que pasa al rededor, haciendo sólo lo cómodo - conveniente, sin seguir creciendo a pesar de ya haberlo hecho, nunca conoceremos el valor y la riqueza de potencializar todas nuestras capacidades.
Tal vez con algunas dosis de drama y perfeccionismo de vez en cuando, pero si te transforma, si mueve algo en ti, estás del otro lado.
No tengo una fórmula de camino al éxito. Me considero exitosa cada vez que me vuelvo a levantar y puedo reconocer y abrazar el deseo de ser yo.
La dosis de perfeccionismo y sobre exigencia conmigo misma son parte de mi naturaleza, no las tengo totalmente dominadas y cuando salen afectan mucho mi equilibrio emocional y físico.
Tal vez me asechen continuamente como esas molestas llamadas de los bancos, pero el continuo análisis de mis resistencias es mi regulador para verlas, nombrarlas y no dejar que dominen mi vida.
Mujeres, no importa el tiempo que tome y sin duda, no será perfecto.
Manos a la obra.